Kinds of Kindness, de Yorgos Lanthimos, Poder y Abuso
El amor, las creencias y la amistad, en principio, son algo bueno. Pero, como todo lo humano, tarda muy poco en pervertirse. Y entonces pasa a ser otra cosa, algo más peligroso: una relación en el que la igualdad se rompe y alguien siempre queda por encima de otro. Y es en esa asimetría cuando surgen los abusos.
Kind of Kindness es un tríptico de Yorgos Lanthimos en el que se reflexiona alrededor de esos aspectos del alma humana desde una perspectiva un tanto cínica y nihilista. Si hay un tema central en este filme son las relaciones de poder, el mal que nos podemos hacer cuando el amor o la dependencia nos supedita a otra persona y la falta de límites que tienen las personas cuando creen en algo hasta un nivel obsesivo.
El director vuelve a colaborar con Efthimis Filippou, con quien llevaba sin trabajar desde la estimulante El Sacrificio del Ciervo Sagrado, en 2017. Desde ese filme, el autor comenzó a sentir interés por una narración más convencional con el fin de llegar a un público mayor, con lo que este filme suponía un esperado regreso a un estilo que lo caracterizó en sus orígenes. Sin embargo, por el camino se ha ido perdiendo otros aspectos que, curiosamente, esta dupla creativa había sabido manejar mejor en sus primeros pasos.
Se suele decir que hay que tener cuidado con lo que uno desea porque puede que no guste el resultado cuando se termina de convertir en realidad. Y este es uno de esos casos… La película ofrece una antología de historias unidas por el tono, temas y aspectos estéticos y emocionales, sin ninguna cohesión narrativa entre ellas. Eso causa que sea mucho material condensado irregularmente en poco espacio. En algunos casos, da la impresión que se queda en la superficie… Y, en otros, da la impresión de que sobra metraje y que se ha centrado en cuestiones de importancia menos potente que otros elementos de mayor calado. Esa falta de foco narrativo ha causado un daño al resultado final.
La primera historia narra como un empleado trata al director de la empresa para la que trabaja como su líder amado y debe cumplir todos y cada uno de sus designios si quiere ganarse su complacencia y respeto. Todo entra en crisis cuando este le solicita que haga una acción criminal que puede desembocar con su muerte y la de otra persona. La segunda cuenta la historia del regreso de una mujer a casa tras un tiempo desaparecida. Y es entonces cuando comienzan a suceder las cosas extrañas, como era de esperar. La última pieza consiste en la búsqueda personal de una miembro de una secta de una figura mesiánica para esa agrupación religiosa-sexual.
Como se puede apreciar, los temas tratados tienen el fin de epatar al espectador, de alguna manera busca la incomodidad constante en base a presentar situaciones que destruyan la cotidianeidad y la idea de una vida occidental tradicional. Esas ideas que te lleven más lejos de tu zona de confort siempre son de agradecer. Sin embargo, se ha hecho de una forma más burda de lo que cabria esperar. Puede que se deba a los problemas que se han mencionado antes, pero lo cierto es que se ha perdido mucho del simbolismo, de la ambigüedad y de las exigencias que siempre ha tenido este director. Es sorprendente, puesto que esa ansia provocadora tan hueca es más propia de los enérgicos inicios de un director que de alguien a estas alturas de su carrera…
De alguna manera, el filme consigue, eso sí, transportar al espectador a un universo coherente con unas reglas de juego que se diferencian de la realidad y con una capacidad de transportarte a otro planeta que se mantienen intacta. Este filme no está carente de buenas intenciones y de una estética recargada la mar de icónica. Es un filme que entra por los ojos y no se puede negar que no retenga tu interés y tu mirada. Es muy portentosa en su fotografía y en los colores (no en vano, se vuelve a contar con Robbie Ryan). Precisamente por eso, resulta frustrante que sus peros resten toda la fuerza que podría haber tenido… Al final deja la sensación de que es un embalaje espectacular para un regalo vacío o decepcionante.
El reparto, eso sí, brilla como de costumbre en los filmes del realizador griego. Emma Stone parece haberse convertido en su actriz fetiche y le da la oportunidad de alejarse de todos los papeles que había ejecutado en sus otras películas para llevar su arte a terrenos muy distintos. Si bien, los personajes que interpreta aquí son muy distintos, probablemente brille más en el segundo episodio, donde consigue dar un aire de misterio muy poderoso a su personaje. El otro actor que se lleva buena parte del protagonismo es Jesse Plemmons (premiado en Cannes por esta interpretación), quien da una variedad de registros tremendamente interesantes. El actor hace aquí cosas que no había mostrado antes y están aquí los mejores papeles de su carrera, que ya es decir… El resto del reparto incluyen actores del nivel de Willem Dafoe, Margaret Qualley, Hong Chau, Mamoudou Athie, Hunter Schafer o Joe Alwyn, todos muy convincentes con sus personajes.
Kinds of Kindness es más interesante por lo que sugiere que por lo que realmente muestra. Una película irregular que se ahoga en todo aquello que una vez funcionó. Una muestra del talento sobrehumano de evocación que posee este director, pero, a la vez, la demostración más patente de sus carencias. Una lástima.